jueves, 30 de noviembre de 2006

Seres Humanos

(Para Arroba y Nac, con todo mi cariño, y para todas aquellas personas que defienden el derecho de los seres humanos a ser tratados como... seres humanos).
Buscar un lugar en el mundo es un derecho que nos asiste a todos los mortales. Negarlo a quien de verdad lo necesita como eje de su subsintencia es, cuando menos, pretencioso.
El mundo, esa superfície inmensa de tierra y mar que nos acoje, permanecerá mientras nosotros desaparecemos para siempre entre el lodo de los días de lluvia y la nada más absoluta de las noches sin luna. Y si la tierra y el mar permanecen aún cuando nosotros ya no estemos, ¿no será que no son propiedad de nadie, sino un obsequio en usufructo? ¿Porqué, entonces, ese ansia por poseerlos a título privado? ¿Porqué no permitir que cada cual venga, se instale y, como nosotros, disfrute, coma, trabaje, sea feliz, se enamore, haga el amor, sonría, engendre... para que los que nos precedan tengan el terreno abonado, tal y como lo encontramos cuando nos depositaron aquí, en este sitio aventajado, que han dado en llamar primer mundo?
(Iba a escribir un poema que tuviera un arco iris, pero preferí sintetizar la conversación mantenida esta mañana, durante el desayuno, con mis amigas).


Arco iris, desde mi casa

martes, 28 de noviembre de 2006

Desiderata



Dicen que este hermoso y sabio texto lo escribió un tal Max Ehrmann, aunque también hay voces que aseguran que se desconoce su autoría. Sea como fuere... qué importa. Lo que cuenta es lo que transmite.
Me ha gustado siempre. Y me ha gustado tanto, que al encontrarme hace diez minutos con él, he dado un salto de alegría, como si hubiera encontrado algo importante que se me hubiera extraviado hace tiempo. La buena obra del día será compartirlo con quien quiera escucharlo.
Y de regalo, con mi mejor sonrisa, una margarita de mi huerto. O de un huerto ajeno. Qué más da... Lo que importa es la flor.

domingo, 26 de noviembre de 2006

Acta notarial

Aguadulce (Almería)
Una tarde de estas, cuando el sol esté a punto de irse y deje tras de sí reflejos dorados, me iré al mar para siempre. Una tarde de estas, pero dentro de muchas, muchas, muchas tardes, soltaré las amarras de mi barco (del velero que voy a construir una tarde antes de aquella...) y esperaré un soplo, o mil soplos, de viento favorable para navegar por los mares imposibles e infinitos que albergan islas sin nombres ni testigos.

Alevosía. Aute.



Me gusta Aute. Y ni quiero ni puedo remediarlo. Me apetece compartir esta canción.
Hasta mañana. Soñad bonito.

viernes, 24 de noviembre de 2006

Un Sauce Cabreado


Puente sobre el río (Alcañices)
¿Habéis visto alguna vez en un sauce cabreado? Pues aquí lo tenéis, recién sacado del horno. La foto es de esta tarde, llovía tanto que daba la impresión que las nubes nunca habían hecho otra cosa que mandarnos agua. Qué contentas tenían que estar. Igual que mi chubasquero, que por fín se empapó. Es nuevo, sólo hace unos días que lo tengo. ¡Qué contento tiene que estar también!
En estos instantes, aunque con menos intensidad, sigue lloviendo. Oígo quejarse a los cristales.
Relamente no ha parado de llover desde ayer por la tarde, pero la gente ya protesta. La gente que protesta por la lluvia, protesta también cuando no llueve. Y cuado hace frío. Y cuando hace calor. Y cuando hiela, y cuando nieva, y cuando no hace frío, ni hace calor ... Hay gente que protesta por todo.
Una vez osé imaginarme que podíamos los hombres controlar los elementos desde la Tierra, y... me dio pavor.
Por cierto, el sauce se cabreó porque mientras juguaban la lluvia y el viento a pillarse, lo despeinaron. Y molesta tanto que despeinen a un@, ¿verdad?
¿Porqué estas cosas tan insignificanetes nos enfadarán tanto? El inconformismo está bien, pero... para usarlo en otros menesteres.
Debajo del puente, el agua corría desesperada y sucia. Muy cabreada también.

jueves, 23 de noviembre de 2006

¿Cómo era ese refrán...?

Anochecer en blanco y negro. Futura casa de Pablo (Alcañices)
Esta mañana me crucé con un señor muy bien vestido, me llamó la atención su aspecto limpio y elegante. Parecía uno de esos hombres a los que pagan por posar para revistas de moda. Tenía, calculo, unos 60 años muy bien instalados y decidí pensar que en su juventud, y en su bien llevada madurez, había sido un seductor de esos que rompen a la vez corazones y promesas. Lo deduje por su aire, al caminar, tan altanero. Pero bueno... sin duda puedo estar equivocada. A lo mejor era tímido y sólo tuvo un amor en toda su vida al que se dedica en cuerpo y alma. O dos. O ... a mi qué me importa.
Vestía una gabardina color hueso que no llevaba abotonada. Traje Gris marengo, perfectamente planchados los pantalones, camisa impecablemente blanca, corbata de rayas en varios tonos de azules y zapatos negros tan limpios que parecían de charol. Su mano derecha asía un paraguas de cuadros ingleses (al menos de marca inglesa) ¡con tanto estilo! En la mano izquierda sujetaba un periódico, acerté a ver que era de esos que sólo hablan de deportes. No sé porqué pero este detalle me desencajó; hubiera preferido que fuera portador de un libro de poemas o, en su defecto, de un diario de opinión. Pero realmente, ¿qué me puede importar eso a mí? Embobada estaba en mis pensamientos de organizarle la vida al hombre, cuando una amiga me llama desde la puerta de un bar. Miré para atrás y en ese mismo instante el hombre bien vestido entraba en ese mismo local. No lo dudé. Crucé la calle de nuevo y ... allí nos volvimos a encontrar, en la barra, codo con codo. Él no se había fijado en mi, de eso puedo estar bien segura, mas yo para entonces ya había escudriñado todo su físico e intentaba entrar en su mente..., ya me contarás qué interés podía tener por un desconocido sesentón aunque fuera bien vestido, bien limpito y bien peinado, si no lo conocía de nada. Por cierto, se hacía la manicura (qué manos tan blancas y qué uñas más bien limadas). A partír de ese instante, justo desde el momento que pido una infusión, se me cayó su imagen a los pies . Él había pedido una tapa de no sé qué, con una salsa color pimentón, y una cerveza que bebía a morro (qué ordinario. Aunque a mi que me importa, cada cual bebe como quiere). Sucedió que al intentar llevar el pincho a la boca, en medio del trayecto, unas gotas de salsa cayeron en la solapa de su gabardina y él se cagó en dios, chillándole al camarero, más bien urgiéndole, que le limpiara la mancha con un cebralín. El camarero dijo que no... Él tipo lo insultó. El camarero pidió disculpas pero dijo que no admitía la impertinencia porque ese percance no era competencia suya... Y así pasaron unos instantes hasta que apareció otro hombre, amigo o conocido del tipo del traje gris, e intentó mediar en la contienda. El, hasta unos instantes antes, bien vestido caballero añadió con furia desmedida... ¡por si tuviera poco con estos inútiles hijos de puta del Real Madrid, ahora esto!
Pero yo para entonces, hacía ya unos minutos que había dado por concluido mí idilio con él.

martes, 21 de noviembre de 2006

Mi odioso ego y yo...

-He vuelto a engordar...
-Pues ya sabes, Ángela, mañana levántate a las 8. Ó... a las 8:30. 15 minutos de bici, 50 abdominales, un yogur y un zumo. Un mímimo de 30 minutos de paseo ligero, ducha y a trabajar. Y de paso aprovechas y dejas de fumar otros 11 meses.
-No me da la gana.
-Pues entonces no te quejes.
-Vale.
.

domingo, 19 de noviembre de 2006

Claustrofobia.

Soy claustrofóbica y esto me limita la mente y el alma.
La mente porque me hace perder los estribos mientras me agazapo entre los pliegues de mi piel y la tontería de mis miedos irracionales (hasta asfixiarme en mi propio sudor).
Y me limita el alma porque no me deja disfrutar de la soledad sin luz, ni del silencio que dan las sombras de un recinto cerrado, ni del juego de haber perdido -en mi cuarto, sin lámpara- la orientación.
Podría ser todo tan íntimo... pero no lo es. Necesito luz, sol, cielo abierto, campo a través, mar, cimas que se escapan del suelo para alcanzar el rabo de una nube. Necesito proyectar mi mirada sobre el horizonte, ¡quien sabe si busco algo importante y precise espacio para descubrir qué es! El tiempo no me importa, el espacio sí. No utilizo reloj, pero sí perspectiva. Aunque al final todo se quede en una pérdida de horas irremediable y en un proyecto, a penas comenzado, condenado a no fraguar.
Pero, ¿qué sería la vida sin proyectos inacabados?
Casi nada.

Atardecer. Campanario del Convento (Alcañices)

jueves, 16 de noviembre de 2006

Otoño...


Rivera de Alcorcillo (Zamora)

Antes era más romántica y el otoño me ponía melancólica; usaba (y abusaba) de sus hojas caídas para escribir, para sentir. Todos aquellos ripios que se amontonaban ente mis suspiros y mí piel acababa convirtiéndolos en poemas... que al final se me escapaban por entre los cuadritos del cuaderno de anillas, resbalándose hacía no se sabe bien que infame destino.
Antes, repito, cuando yo era una púber romántica y tonta, el otoño era mi fuente de inspiración. Era el reducto en el que todas las musas del universo se reunían para alentarme a proseguir con mi vocación de poeta. Vocación que se frustró con el paso y con el peso del tiempo.
Ahora que ya no soy (tan) romántica, ahora que soy menos tonta, veo con ojos distintos esta generosa estación, aunque siga emocionándome y siga cosiéndole alas a mi imaginación cada vez que me emborracho de amarillos, de rojizos o de ocres.
Ahora el otoño es otro tipo de poesía. Menos inocente, más objetiva.
No sé si me alegro o me da pena.Un camino. Alcañices (Zamora)

lunes, 13 de noviembre de 2006

Cuadernos


No sé si hay un detallado estudio sobre la cantidad de blogs que existen en el ciberespacio, pero puedo asegurar que son muchos, muchos, muchísimos.
Por lo menos yo he visitado cientos de ellos. Vas a al de una persona conocida y en él hay enlaces a otros , que a su vez ligan con otros diferentes hasta tejer un entramado de diarios íntimos cuya caracteística especial es que están a merced de la curiosidad de todos los navegantes. A veces más que diarios, son cartas, cartas personales dirigidas a medio mundo. O sentimientos con forma de letra. O sencillamente anécdotas, o pensamientos, o cosas banales pero que apetece radiarlas.
Me alegro que en la República Independiente de Internet se haya creado esta moda. Con tanto chateo degenerador del idioma, y correos breves llenos de emoticones, estábamos perdiendo las perspectiva de la narrativa.
La calidad de algunos cuadernos (prefiero llamarlos cuadenos en vez de blogs, aunque casi siempre se me escapa la voz americana -y eso que no sé inglés-), la calidad, digo, de la inmensa mayoría, es excepcional y eso que servidora no es nadie para hacer tal crítica.
Qué coño... claro que soy alguien para emitir juício de tal envergadura: soy lectora y ello me da derecho a opinar.
Puedo haber visitado cuadernos que me hayan gustado menos, pero siempre en función del tema que aborden (algunos son monotemáticos, de alguna materia que no despierta mi interés) pero -repito- la calidad es estupenda. Ya la quisiera yo para el mío.
¿Porqué escribimos? Me refiero aquí, en esto que se ha dado en llamar blogesfera (o cosa parecida). Lo hacemos por una razón bien sencilla: para que nos lean. Y no le des más vueltas. (Ay, ay, ay... esa pizca de vanidad que nos viene de serie desde el mismo momento que nacemos). Pero eso no está mal, ni es reprochable en absoluto porque si esa pizca de vanidad no existiera, nos hubieramos quedado sin degustar, vervigratia, los poemas de Neruda y tantos otros libros que nos han acompañado (y segurán acompañándonos) a lo largo de nuestras vidas.
NOTA PARA MALE:
El Cola-Cao es una especie de ... a ver cómo te lo explico: es un chocolate en polvo para poner en la leche, que remueves y remueves hasta que se diluye de tal manera, que el resultado es una excelente bebida, puede ser fría o caliente. En Argentina, sin duda, habrá cien marcas comerciales de ese mismo preparado. El colacao es, fíjate, el segundo aroma (y sabor) de mi infancia. El primero fue, en la clase de parvulitos, las gomas de nata de Sor Felipa (qué mala era la joía).
La foto está sacada de esta misma tarde, va de regalo (a modo de cromo de los del colacao). La puesta era mucho más bella, pero no supe captarla, qué se le va a hacer...

Foto: Anochecer. Viniendo de Tola de Aliste (Zamora)

viernes, 10 de noviembre de 2006

Aquello en lo que no pienso, deja de existir

Foto: Tejado y luna. Vivinera (Zamora)


Acabo de cenar un vaso de leche con colacao y cereales de esos que parecen patatas fritas, pero en pequeño, que se llaman kelogs o cosa parecida, y me he quedado satisfecha. No hubiera deseado cenar otra cosa. Lo digo ahora que ya cené y que... me costó 15 minutos decidir el menú. La leche con colacao deja el estómago muy agustito, ¿a qué sí?
Cambiando de tema (porque hablar de comida da hambre y no está una como para tomar segundo plato...) qué foto más bonita, ¿verdad? me encanta. Es de la primera casa que hay a la entrada de Vivinera.
La luna es de todos.
Estaba pensando hace un rato en una frase que, a su vez, pensé hace mucho tiempo, supongo que entonces el motivo era de cierto calado, aunque ahora ya no lo recuerde:
Aquello en lo que no pienso, deja de existir.
Está claro que me refiero a obviar cosas, o casos, que me desagradaron o me hicieron daño.
Así como que no quiere la cosa, la frasecita ha acabado sedimentándose dentro de mi. Y da resutado, lo juro. No importa que mentes lúcidas me digan que es una solemne estupidez. A mi me sirve y eso es lo que cuenta.
Si a alguien le viene bien, ahí va. Con todo mi cariño.
Vamos a ver... hay matices, claro que los hay... pero es al sentido intrínseco al que me refiero.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

Filvit Champú



Señora, tiene usted un piojo
, le dice la peluquera a una clienta. Uy, pues será una casualidad, contesta la mujer.
Al cabo de 30 segundos, la peluquera añade: pues tiene usted la cabeza llena de casualidades, hija.
Eso es lo que pasa en España con los casos de corrupción urbanística y demás perversiones municipales. Aparece por casualidad un caso que aparentemente es aislado, y cuando le da por investigar a los medios o a los jueces otro ayuntamiento sospechoso, hala, va y aparece otra trama. Y el caso es que... si investigan otro consistorio pues, nada, que acaba saliendo a flote un nuevo entramado y así estamos, de casualidad en casualidad, recorriendo la increíblemente obscena orografía municipal de la flamante España democrática.
Tiene paperas la cosa, por no decir güevos que queda grosero (aunque la prominencia, harto decir que en distinta parte de la anatomía masculina, sea similar). Da igual que l@s concejales y el señor alcalde sean del PP o del PSOE, la cosa es que, aunque sea un tópico muy manido, quien no roba más es porque no puede.
(No sé si es porque hay pocos o porque realmente son honrados, pero nunca he oído hablar de un caso de degeneración económico-política en un edil de IU. Si los hubiera, y yo me enterara, entonces dejaría de tenerlos de referencia político-moral y me pasaría definitivamente al bando de l@s insumis@s polític@s).
España es una gran cabeza llenita de piojos. Y lo malo es que no hay champús que erradiquen la pandemia porque en la fábrica de normas de conducta contra enfermedades político-sociales (léase Parlamento), da la impresión que no les interesa inventar leyes antipiojos, tipo Filvit Champú, que es un antiparasitario muy bueno, pero sólo para niños.
La perversión municipal no conoce límites, y si algún día los conoció, alguien le puso alas y le borró el camino de vuelta.
De todos modos, aunque parezca que estoy generalizando (que a lo mejor estoy), me refiero sobre todo a ayuntamientos grandes, bien de ciudades, bien de pueblos con miles de habitantes. En pueblos pequeños, como el mío, puede caerse algo para el bolsillo de atrás, no digo ni que sí ni que no, pero al ser el presupuesto municipal pequeño, pues... Ahora bien, de todos es sabido que utilizan otras artes. Dice el alcalde de mi pueblo (cito textual): “pongo mis cojones encima de la mesa y aquí se hace yo que yo diga".
¿La política corrompe o quien se mete ya va corrompido? Qué pregunta más tonta y poco original.
La política da poder, aunque sea transitorio. Y quizás esa premura... “por si acaso no vuelvo a salir elegid@”, sea la que aliente el vicio. Y por otro lado están los que llevan años y años y años... y años y años, como el citado alcalde de este pueblo mío, que es de los que llevan más de tres décadas en el carguito -leré, y que ya de estar aquí, pues el que manda soy yo.
Corrupción urbanística, prevaricación, abuso de poder, manipulación de documentos, dedocracia, comisiones ilegales, presupuestos engordados...
Si hasta ahora nos preguntábamos qué tendrá la alcaldía que tanta gente quiere llegar a ser al menos una vez en su vida concejal o alcalde, (con idéntico empeño que ponen los mahometanos en ir a la Meca, aunque sin justificación espiritual los candidatos), si algún día nos lo hemos preguntado... ahora ya sabemos la respuesta.
Lo triste es que nos estamos inmunizando, y esta pandemia acabará formando parte del paisaje. La corrupción se multiplica por esporas; de Sudamérica llega a Europa, no sin antes haber sido contagiada por los EEUU, que dieron clases a esos jefes de estado de países lejanos e imposibles a veces de situar. No sé... el Congo, Tayikistán, Chad.
En fin...
Y para darle a esta parrafada un poco de color, incluyo aquí mismo un paísaje de otoño en mí pueblo.

Foto: Vista desde el Palacio. Alcañices (Zamora)

lunes, 6 de noviembre de 2006

Piedras versus flores


Me apetece regalaros una flor, pero no la flor en sí, sino su aroma. No viene a cuento lo que voy a contar, porque no tiene absolutamente nada que ver pero me apetece relacionarlo (evidentemente no en cuanto a forma, sí en cuanto a fondo):
Los judíos nunca llevan flores a las tumbas de sus seres queridos porque piensan que matar un ser vivo (cortar la flor) para llevárselo a un muerto, no tiene sentido, puesto que la vida de la planta una vez arrancada es efímera. Entonces les llevan piedras. Las piedras perduran, estarán siempre, no se marchitarán, ni se pondrán feas. Esto, si lo traducimos, si por un instante deshojamos la metáfora, llegaremos a la conclusión de que una piedra depositada sobre la tumba de alguien a quien se amó en vida, significa eternidad del alma, ¿no? (Conste que hablo desde un punto de vista religioso/impuesto* y por tanto no racional).
Sin embrago la costumbre de las flores, fijaos qué cosas, nada tiene que ver con la sensibilidad o el buen gusto, sino que el uso se remonta a mucho, muchísimo tiempo atrás, cuando los funareles duraban días y el muerto empezaba a oler mal. Entonces, para amortiguar el hedor, se ponían plantas aromáticas en torno al féretro. Pero como en esta sociedad nuestra tan consumista (que no comunista) todo dios se apunta a un bombardeo, las floristerías, compungidas las floristas víspera de Todos los Santos, hacen su agosto en noviembre.
En fin... que sólo quería regalaros el perfume de esta rosa de mi rosal. Lo demás, sobra.

*Verbo, no sustantivo.

domingo, 5 de noviembre de 2006

Hola de nuevo...


He borrado las anteriores entradas a este cuaderno. He intentado seguirlo tres veces, tres, sin que encontrara continuidad, pero al cabo de varias entradas lo abandonaba . Y no por falta de material, que lo hay y además me gusta escribir, sino por... en fin, por mi holgazanería que cada día me envuelve más en esa red que no veo pero intuyo.
En su día abrí otro nuevo del que acabé olvidando el nombre de usuario y contraseña y cuando por fin pude recuperarlo (resulta que es fácil, sólo se trata de enviar un correo a la dirección que gestiona esto, o como se diga) lo borré para siempre.
Es domingo, ya de noche. Está cayendo una ligera lluvia. Estamos en otoño. No sé que me apetece cenar.
Hoy mismo un juez condenó a Sadam a morir. Siempre he estado en contra de la pena de muerte, pero al leer esta noticia no me ha entrado ni frío ni calor, y eso me preocupa. No puedo decir que esté de acuerdo con la condena, pero realmente tampoco se me remueven las tripas. No sé que (me) pasa.
De acuerdo que este tipo es un verdadero cerdo, pero no menos que Bush.
No estoy para pensar y menos meterme en temas tan profundos.
Voy a cenar.
Dejo una mariquita que lleva días escalando una planta que tengo delante de la puerta. Me encanta su perseverancia.