viernes, 16 de septiembre de 2011

Tapetum lucidum


No nacemos por casualidad sino que somos la consecuencia de un cúmulo de casualidades que acaban transformándonos, si nos dejamos, en mercancía y como mercancía acabamos actuando ¡cuántas veces! en detrimento de nuestro propio bienestar emocional. ¡Qué pérdida de vida! 
Otras veces, por motivos equis, desarrollamos más unos sentidos que otros; mejor dicho, más unas cualidades que otras. O no sé, quizá se defina mejor como sensores aletargados que de pronto, y tras un choque, retoman actividad. A eso se le llama contragolpe. En el caso que me ocupa, por poner un ejemplo cercano, se me ha desarrollado de manera espectacular el tapetum lucidum; puedo ver de noche, con absoluta nitidez, cuestiones que ni me imaginaba pudiera llevar a cabo y, en caso de imaginarme que pudiera realizarlas, serían cuestiones de las que entendía que no podría meneallas sin que me remordiera la conciencia.
No voy a enumerarlas porque de momento van, así a groso modo, unas treinta y tantas en total y glosarlas todas rebasaría este .doc que –no sé por qué- me imagino de tamaño A4. Usar dos o más folios me parece excesivo cuando a quien tengo que recordármelo es a mi misma y no a mi ordenador.
No digo que sea bueno pasar por la UCI, no se lo aconsejo a nadie y ojalá nadie hiciera pasar por ese trance a familia y amig@s, pero ya de haber estado y de haber salido airosa, voy a sacarle provecho a la efeméride eliminando de mi vida ciertas tontunas que envilecen y limitan la capacidad que me venía incluída en el pack genético cuando nací (reconozco que no voy a ser capaz, al menos en una primera tacada, de enfrentarme a todos mis prejuicios …) 
Estoy contenta de volver, de ser cada día más guapa, más lista, más puta. Entiéndanse estos adjetivos como de amplio espectro; es tan aburrida ya la literalidad...