lunes, 13 de noviembre de 2006

Cuadernos


No sé si hay un detallado estudio sobre la cantidad de blogs que existen en el ciberespacio, pero puedo asegurar que son muchos, muchos, muchísimos.
Por lo menos yo he visitado cientos de ellos. Vas a al de una persona conocida y en él hay enlaces a otros , que a su vez ligan con otros diferentes hasta tejer un entramado de diarios íntimos cuya caracteística especial es que están a merced de la curiosidad de todos los navegantes. A veces más que diarios, son cartas, cartas personales dirigidas a medio mundo. O sentimientos con forma de letra. O sencillamente anécdotas, o pensamientos, o cosas banales pero que apetece radiarlas.
Me alegro que en la República Independiente de Internet se haya creado esta moda. Con tanto chateo degenerador del idioma, y correos breves llenos de emoticones, estábamos perdiendo las perspectiva de la narrativa.
La calidad de algunos cuadernos (prefiero llamarlos cuadenos en vez de blogs, aunque casi siempre se me escapa la voz americana -y eso que no sé inglés-), la calidad, digo, de la inmensa mayoría, es excepcional y eso que servidora no es nadie para hacer tal crítica.
Qué coño... claro que soy alguien para emitir juício de tal envergadura: soy lectora y ello me da derecho a opinar.
Puedo haber visitado cuadernos que me hayan gustado menos, pero siempre en función del tema que aborden (algunos son monotemáticos, de alguna materia que no despierta mi interés) pero -repito- la calidad es estupenda. Ya la quisiera yo para el mío.
¿Porqué escribimos? Me refiero aquí, en esto que se ha dado en llamar blogesfera (o cosa parecida). Lo hacemos por una razón bien sencilla: para que nos lean. Y no le des más vueltas. (Ay, ay, ay... esa pizca de vanidad que nos viene de serie desde el mismo momento que nacemos). Pero eso no está mal, ni es reprochable en absoluto porque si esa pizca de vanidad no existiera, nos hubieramos quedado sin degustar, vervigratia, los poemas de Neruda y tantos otros libros que nos han acompañado (y segurán acompañándonos) a lo largo de nuestras vidas.
NOTA PARA MALE:
El Cola-Cao es una especie de ... a ver cómo te lo explico: es un chocolate en polvo para poner en la leche, que remueves y remueves hasta que se diluye de tal manera, que el resultado es una excelente bebida, puede ser fría o caliente. En Argentina, sin duda, habrá cien marcas comerciales de ese mismo preparado. El colacao es, fíjate, el segundo aroma (y sabor) de mi infancia. El primero fue, en la clase de parvulitos, las gomas de nata de Sor Felipa (qué mala era la joía).
La foto está sacada de esta misma tarde, va de regalo (a modo de cromo de los del colacao). La puesta era mucho más bella, pero no supe captarla, qué se le va a hacer...

Foto: Anochecer. Viniendo de Tola de Aliste (Zamora)

7 comentarios:

Arthur dijo...

Buenas Angelusa, ésta es la primera vez que entro a tu blog (ó no estoy seguro que sea la primera), para decirte que he leído tu posts y me parece que lo que decís es la pura verdad, además es interesante eso de que son términos americanos, ó sea, blog = libreta y post = hoja ó página; pero desgraciadamente los yankis son muy poderoso y prácticamente son los que imponen una moda, una cultura ó una costumbre (bueno, de eso último no estoy seguro).

Y sí, también tenés razón en eso de que acá en Argentina hay un sinnúmero de marcas de chocolate en polvo, son tantas que no ni yo me acuerdo de todas.

Y finalemente quiero darte las gracias por darme ánimos desde donde andás. Y te invito a que sigas entrando a mi blog, digo, a mi libreta que sigas leyendo mis posts, que diga, mis páginas para que veas algo nuevo.

Un saludo, chau!!!

De todo Corazón.
Arthur

Anónimo dijo...

Gracias por la información, en la Argentina lo llamamos cacao instántaneo, pero además de beberlo caliente o frío, nos da lo mismo tibio.
Como supones hay muchas marcas; las líderes son las más confiables por la calidad y pureza del cacao.
No tengo abrazos, por el momento, pero te dejo el último beso que me queda por hoy.

Anónimo dijo...

Olvidóseme. . .
Muy linda la nota. Me gusta Cuaderno, mucho más más que blog.
Mira,en el fondo de mi bolsillo encontré un abrazo.
Tómalo, es grande y amoroso.

Llanos dijo...

Gelusilla:

Efectivamente, a mí tampoco me gusta los anglicismos o americanismos, por eso en vez de "post" suelo referirme a reseñas, así que aquí queda la mía, junto a un beso gordo ;-)

Anónimo dijo...

!hola, mi niña!
después de ese buen rato que me habeis hecho pasar mi hermanísima y tú con esa mezcla de francospanglish que nos hemos marcado a trío, le he puesto la guinda a la noche leyendo tus escritos. !Tú vales, nena!. Has conseguido sorprenderme y agradarme al mismo tiempo. He tenido, mientras leía, una sensación muy agradable; una de esas que tienes cuando conectas con algo que, aunque no es tuyo, podría perfectamente serlo-no sé si me entiendes-. Me ha encantado hasta tu mariquita. Voy a entrar en tu espacio muchas, muchas veces- eso es una promesa, no una amenaza-.

muuuuuuuuuuchos besitos.

Anónimo dijo...

Arthur, gracias por la visita. Y gracias por darme la razón, hombre. Es que es cierto que términos de otras lenguas invaden el castellano y acaban viciándolo.
Espero a que a estas horas estés estupendo. Un besito, chavo.
Male, querida prima mía argentina, recibido beso y abrazo, y a la espera de más... ya sabés vos, gurisa, que a nadie le amarga un dulce, y menos siendo como eres tan exquisita repostera. Me alegro que te haya quedado claro lo del cacao. Un beso para tí, Campanta.

Anónimo dijo...

Llanos, Llanitos... nunca te lo he dicho, pero me encanta que vengas a mi choza. Bienvenida siempre. Y sí, que está muy feo usara palabras en otros idiomas idénticas a las que tenemos, para experasr lo mismo.
Nac, me has emocionado. Muchas, muchas gracias, de verdad, me dices unas cosas muy bonitas. Me estás obligando a seguir... Y seguiré. Un besito para tí (y recuérdame que una tarde de estas te invite a algo). ¡Ah! saluda a tu hermanísima de mí parte.