lunes, 13 de octubre de 2008

a, b, c y ch


a) Me he quedado como tonta mirando, y después jugueteando con unas gotas de agua que he derramado, sin querer, sobre la mesa del ordenador. Primero separé con el dedo índice el regato y después dibujé no sé bien qué cosas; no tenían forma pero sí contenido, estoy segura, porque sonreí imaginándome islas perdidas en medio del océano.
Y... (de esto que no se entere nadie) acabé hablando con las gotas de mis asuntos.
Por unos instantes me sentí agua.
Incolora, inodora e insípida.
Si sustituyo lo de insípida (que también) por estúpida puedo aplicarlo perfectamente a la sombra que proyecta a veces mi cuerpo sobre el suelo, o a esa imagen cuasi idéntica a la mía que se refleja en el espejo del cuarto de baño por las mañanas y en la que en tantas ocasiones ni me reconozco.
Me gusta el agua, verla y beberla. Pero también me gustan el aire, el fuego, la tierra. Sin embargo no me seduce la idea de ser más afín con un símbolo que con otro, como dicen esos que dicen que saben según tu año de nacimiento, que tu cuerpo o tu ser o lo que sea, está guiado, representado, influido o yo qué sé, por esos elementos. Me gustan los cuatro, pero cada uno en su tiempo, en su medida, en su dimensión.


b) Soy inestable como una hoja al viento. Pero es que a veces me gusta perderme entre las entrañas de mis cosas y nadeo de acá para allá sin querer ir a ningún lado, sin buscar nada a cambio, ni tan siquiera la satisfacción de concluir un proyecto, mas no sé bien si es porque no quiero o porque no puedo.
Será por eso por lo que tengo parcialmente abandonado este Cuaderno y los de otros blogueros. Soy un desastre. “Perdóname para que dios me perdone”, le decía el verdugo al condenado a muerte instantes antes de ejecutarlo. Que no es que venga a cuento la frase pero es que no tengo otro lamento más a mano.


c) Qué egocéntrica soy. Releo lo escrito y el “yo” en cada párrafo, hable de lo que hable, adquiere dimensiones espectaculares.


ch) Debería ir a un psiquiatra.