lunes, 29 de enero de 2007

Mi contribución a la ciencia

Acabo de inventar algo que donaré altruistamente a la ciencia para su deguste y disfrute.
Ya puedo morir tranquila porque sólo me falta acabar de escribir un libro y plantar un árbol; lo de tener un hijo lo sustituyo por el invento.
Aclaro que la parte de la ciencia a la que acabo de contribuir de manera imprevista, pero como producto de las ganas de cenar algo, es la ciencia culinaria.
Antes de seguir, obsérvese que el doctor Fleming también descubrió por casualidad la penicilina. Desde ahora lo llamaré colega Fleming.
Y sin más dilación expongo la circunstancia, y posterior hallazgo, del memorable hecho.
Las nueve y pico, muerta de hambre sin saber qué llevarme a la boca.
Tras beber un vaso de agua, la base de datos de mis papilas gustativas reclamaban una tortilla francesa. Pero e aquí que una sartén con aceite caliente no es precisamente una cosa que me seduzca ni mucho ni poco, sino nada. No nos gustamos mutuamente, lo sé porque siempre que puede (que es siempre), me salpica y me pone la ropa perdida y además me quema la piel y voy dando el cante con los olores de la fritanga. Parece que no, pero cada gota de aceite hirviendo es un enemigo.
Abro la nevera en un intento desesperado por encontrar algo en crudo que me apeteciera, pero estaba la pobre tan esquilmada, tanto, que daba pena verla. A punto estuve de meterle un euro en el compartimento de los huevos.
Eso es, huevos... Sin duda el subconsciente de mi estomago me hacía repetir “hummmmm, tortilla,” con la misma entrega que Hommer Simpson dice “hummmm, chocolate”.
En un acto extremo de esfuerzo, cogí un plato y un tenedor y me puse a batir uno, abrí el microondas, meti el plato y le di a la ruedecita la orden de que me lo ¿fiera, asara? dos minutos. Daba gusto ver cómo iba subiendo de volumen, como si fuera nata montada. Todo un espectáculo. Al cabo de un minuto pensé que también podría haber impregnado el plato con aceite y luego ponerle un poquito de sal, pero vale, eso queda para otra vez, ya iré perfeccionando el invento, que todo de una vez es mucho desgaste neuronal.
¡Click! Me chiva el horno. Lo abro y saco la obra...
A ver... estaba amarilla, sí, pero algo desvaída... y se había pegado ligeramente al plato pero con un tenedor la levanté sin esfuerzo (¿ves? Lo de ponerle aceite va a ser la solución a ese pequeño problema en veces sucesivas). Abrí un bollo de pan de un horno de leña que tenemos aquí, metí la tortilla (por el color no, pero la forma si que era de una tortilla) y sin dudarlo empecé a comer el bocadillo. Y juro que en mi vida había comido algo que evocara de tan sutil manera el sabor de una tortilla francesa, de manera que la bautizaré, en su honor, como tortilla afrancesada.
Y bueno, esta es mi gesta.
No me atreví a sacar foto porque la verdad, casi ni tiempo.
Para celebrarlo, pongo una imagen el atardecer de ayer en un pueblo al lado.

NOTA DE LA AUTORA: Teresa, no leas esta entrada, por favor.


Foto: Atardecer en San Cristobal de Aliste (Zamora)

19 comentarios:

Arroba dijo...

Simpática esa limosna en la huevera.
Me has abierto el apetito de tal forma que ya me veo cuesta abajo hasta llegar a tu puerta rogando que me tires un bocata de tu tortilla por el balcón.

¡mira que eres buena cocinando!

juanmi dijo...

pensandolo bien, dejare mi puesto en la oficina solitario y me marchare a l a cafeteria a desayunar ya...tostada con aceite y un buen cafe con leche...

si, ya sé, que no contribuyo con tu post con estas palabras, pero es que voy a contarle al del bar tu secreto.

1 beso angelusa

juanmi

Anónimo dijo...

Angustioso... Y todo por falta de previsión, maja.
A mí no se me ocurre hacer una tortilla, eso seguro, y lo de quemarme con la/el aceite, tardará (s.d.q.), pero cuando hay hambre, no hay pan duro...
Yo siempre tengo a mano una colección de latas ad hoc: fabadas, lentejas, manitas de cerdo... etc.
O congelados, o queso, o jamón (del cerdo de mi suegro), o chorizo y lomo (idem de lienzo)...

Bueno, en realidad, siempre (casi) tengo a mano mi salvación eterna: Mi seño, que cocina de maravilla (aparte de quereme y comprenderme, y no se si ello por lo uno, o esto por lo aquello...) y me deja, cuando me deja solo, toda suerte de platos cocinados a los que solo le falta calcular el tiempo de aplicación de las microondas maravillosas...

Por cierto, !!!Que sensación de frío desprende el cielo nublado de San Cristobal de Aliste... !!
Si aún saliera humo de esa chimenea... pero supongo que será una de las tantas casas que esperan a que lleguemos los exiliados. Claro.

nac dijo...

¡Jó, majita! Siento desilusionarte, pero no patentes ese invento porque te denunciarían por fraude. Cada vez que el Mariscal se queda sólo con las niñas elige esa misma receta.
Por cierto, si que debías tener hambre, porque tomarse una tortilla de esas es como añadirle agua al café recién hecho. Y ya que te veo tan lanzada, te aviso: nunca metas un huevo entero o verás fuegos artificiales en primra fila.

Ángela dijo...

Nac, me acabas de hundir en la más abosluta de las miserias...

Calaito, hijo, qué mal acostumbrado te tiene su seño. Y no digamos tu... suegro (aquí omito lo del cerdo, eh, no vaya a ser que se líe). Es verdad lo de las casas que esperan a los exiliados, Aliste está sin gente, pero fíjate, la buena noticia es que algunos están volviendo.

Juanmi, parece ser que mi secreto no es sólo mio, mira que me dice Nac...

Arroba, oye, oye, oye, menos cachondeito, eh...

Un besiyo a tod@s

Anónimo dijo...

Yo me se de un exiliado que está volviendo... dentro de poco saldrá humo de otra chimenea más. Lo celebraremos con tortilla... a la vieja usanza.

Anónimo dijo...

me han entrado ganas de experimentar... a ver qué encuentro mañana en mi frigorífico, que tengo siete a cenar!
;)

ya sabes: tenga usted hijos, que le vendrán a cenar todas las semanas (por eso me parece tan acertado lo de cambiar el hijo por el invento)

un beso!

Javier dijo...

Angelusa, me ha emocionado el sabor que has dejado en mis papilas.... ¡¡tengo que probar tu invento!!!.

De todas formas, creo que se podrá mejorar poniendo mantequilla debajo (eso lo ví en una peli antigua) y el color con un poco de azafrán estará solucionado, seguro.

Bueno, y por casualidad se hizo famoso Flemin, y también Newton, vamos que la ciencia está de fiesta.

Aunque lo malo puede ser el apelativo cariñoso de "tortillera" que te puede caer como inventora.

Un beso grande y divertido.

Ángela dijo...

Quetta, que he pillao la indirecta...

Arare, no sé porqué me da que tu eres muy apañada para estas cosas y al final te sobrará más de la mitad de la cena, ¿a qué sí?

Javier, es que a mi la mantequilla no me va mucho, prefiero aceite de oliva. Si me llaman tortillera, peor sería que cuando haga bacalao me llamen bacaladera.

Tres besos como tres soles van.

Charles de Batz dijo...

Muy bueno, diría que incluso épico; sobre todo el momento en el que invento sale del laboratorio-microondas y pasas a describirlo. ¿Cómo se te ocurrió hacer a tí misma de cobaya?, ¿has experimentado alguna mutación? ;-)

Salud

Ángela dijo...

Charles, estoy tan acostumbrada a inventar cosas inútiles, que ya ni me inmuto. Pero me lo paso más biennnnnn mientras tanto imaginando...
¡Salud!

Isabel Barceló Chico dijo...

Bueno, angelusa, tu tienes más mérito que Flemming, porque en definitiva él iba apremiado por la gente que se moría y moría, y en tu caso, el morirse de hambre era sólo en sentido figurado.
Mírate bien lo de elegir un personaje. Besos.

Ángela dijo...

Isabel, ¿no estarás exagenrando un poco el lo de mérito? jejeje.
Ya me he pedido ser el Viejo Senador, lo acabo de poner en tu Cuaderno.

Nívola frívola dijo...

La verdad...yo sólo como, no tengo talento para crear en la cocina...muy buena creación, haré el intento de seguir la receta!!!

Ángela dijo...

Libita, si no fuera por los bocadillos, cuantos muertos de hambre habríamos en el mundo...

Llanos dijo...

Pues yo estoy por probar ese invento :-)

Un besote!!

Ángela dijo...

Bueno, como último recurso no está mal, eh... Pero sólo si no tienes otros a mano, eh.
Muássssss

Arthur dijo...

Buenas Angelusa, que después de ver tu receta, vos también podrías tener una libreta llena de recetas. Lo único malo es que el huevo tiene mucho colesterol y a mí me hace daño.

Que también os digo que soy alérgico a la penicilina.

Saludotes, abrazotes y besotes.

Sweet Dreams, de todo Corazón:
Arthur

Gusthav dijo...

Buenas Angelusa, que os diré que a mí también me hace daño el huevo.

Pero cuando se tiene la necesidad de inventar un platillo porque el hambre apura, porque no hay tiempo, ó no hay mucho en el refrigerador; se hacen maravillas. Enhorabuena.

Saludos, abrazos y besos.

Nice Day, con toda mi Alma:
Gusthav