sábado, 5 de marzo de 2011

Hipotecarse


A mi vecina Lucía la dejó su novio de toda la vida tras más de  siete años de maridaje, con piso comprado a medias y todo y la pobre no levanta cabeza. Les quedaban quince años de hipoteca y yo le digo que eso es lo de menos. A ella le parece que sí es importante porque ahora menudo lío para repartir -dice- pero en fin, ya se encargará el juez de sentenciar cómo quedará la cosa.
Lucía es una chica mona, algo sosa pero mona, sin embargo Juanjo encontró más gracia en otra mujer bastante feucha pero muy natural y  no dudó en renunciar a los encantos de Luci.
Unos 8 kilos ha engordado mi vecina desde que se fue de casa su expareja.
-Qué bien estás ahora  -le digo por decirle algo porque a mi me da igual que esté gorda o que esté escuálida,  y ella me mira y me dice con malas maneras:
-Cállate, que pareces tonta.  Estaba mejor antes con Juanjo al lado.
Y yo me muerdo la lengua por no cantarle las calamidades que ha pasado para gustar y mantener el tipo y al tipo a su lado durante todo este tiempo de corsés y ensaladas con queso de burgos y agua fontbella -tan insulsas ambas cosas como ella-  mientras él se ponía las botas a queso manchego y cervezas mahou cinco estrellas en el bar de abajo, servidos por la camarera más simpática y rechoncha de todo el barrio, su actual pareja  (con la que jamás formalizará una hipoteca ni una unión con concejal de por medio, porque eso carece de importancia).

2 comentarios:

Mafalda dijo...

Estas historias son frecuentes casi desde siempre... Por desgracia algunas mujeres añoran más lo que creyeron tener más que lo que realmente tuvieron.
Ah!, por cierto, que se me acumula el trabajo de lectura y comentario, unos días sin pasar y me encuentro que actualizas con tres entradas, ¡casi me aprendo de memoria la del masajista!
Celebremos pues tan gran honor y que la racha nos deje visitarte con más frecuencia.
Un besote.

Ángel Hernández Segura dijo...

Hola Angelusa:
Me encanta esta historia que nos cuentas con esa naturalidad casi tan desbordante como la hipoteca de la pobre Luci.

Un Beso y un ¡Viva la república!
Ángel