domingo, 17 de abril de 2011

La S.S.


Recuerdo la vez que un tropel de cofrades y adeptos me arrollaron arrastrándome hacia una calle estrecha del casco antiguo y no tuve más remedio que empezar a hiperventilar por temor a quedarme aplastada entre la imaginería y el fanatismo semanasantero. Casi me muero pero no sé si del susto o del disgusto. Es difícil de explicar la sensación por que en esos momentos no se piensa, sólo se desea, y yo deseaba salir volando por encima de las cabezas de los cofrades de cucuruchos morados y aterrizar en Australia o, sino, en la calle de al lado (que era donde realmente iba); pero no pudo ser hasta que la comitiva de dolidos y dolientes dejó libre la calzada.
Me sacudí la ropa, me limpié el sudor, me enjugué las lágrimas, me soné los mocos y eché a andar hacía la Rúa de los Notarios. Al llegar me di cuanta que no era ahí donde iba, sino a la de los Francos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Brava,tú, Angelusa ahí: pasando del paso, paso a paso.



Go

Jorge Arbenz dijo...

Nunca me he visto en trance semejante, supongo que por eso me gusta la Semana Santa, pese a mi ateísmo sin medias tintas. Sobre todo la rompida de la hora, en el Bajo Aragón. Las procesiones me resultan más extrañas.

Moony-A media luz dijo...

Brrrrrrrrrrrrrrr qué sensación de ahogo me ha entrado leyéndote. No me ha pasado nunca que me espachurre una tropa de cucuruchos, pero, es de pesadilla :S

Un beso grande.

Anónimo dijo...

con el Ku Kus Klan topaste...