"El dios de la lluvia es un charco precioso sobre una roca. La última vez que lo vi fue en Espinho y le saqué una foto"
Por fin, después de no sé cuántos meses, esta mañana amaneció lloviendo.
Domingo_lluvioso_domingo_gozosooooo... Para mis adentros improvisé esa cantinela como si de una liturgia se tratara. Los buscadores de setas seguramente que se apuntan al estribillo, no así los paseantes matutinos ni quienes tienen quitadas las tejas de su tejado aprovechando la bonanza de los días calurosos de este otoño, para tapar goteras.
Que nunca llueve a gusto de todos es una verdad tan irrefutable como que dios no existe; sí existen, sin embargo, los dioses, así en plural, ya que el mundo, per se, es politeísta. Lo del monoteísmo impuesto es uno de los peores inventos sociales que se ha podido urdir a través de los siglos. Una involución, un despropósito cuyo único fin fue, y sigue siendo, amedrantar a la mayor parte posible de la humanidad.
Y a la parte que quedó sin aquel dios, le cayó otro peor y así existen en la actualidad minorías guiadas por la intolerancia de otros adoctrinamientos que aportan más ceguera que luz a sus gregarios.
Decía antes que el mundo es politeísta por que estoy segura que existen tantos dioses o diosas como cosas bellas: el dios o la diosa de las Artes, de las Lluvias, de los Mares, de las Estrellas, de los Pianos, de las Bicicletas, de las Nubes, de los Pasteles, de la Música, de los Bebés, de la Pintura, de Las Flores, del Chocolate, de la Sonrisa, del Amor… Por cada cosa buena es preceptivo que exista un titular, aunque luego no sirva para nada y no sepamos pintar y nos salgan caries con el chocolate y los bebés se conviertan en adultos egoístas y a las bicicletas se le pinche una rueda…
El caso es que cada cual debe creer en lo que quiera sin que se lo imponga nadie, ni la sociedad, ni su barrio, ni su familia ni su historia. Una mente que cree en un solo dios sin concesiones, es una mente propensa a la resignación. Y la resignación es un acto impuro de sumisión que anula la capacidad analítica individual en favor de una jerarquía de cantamañanas en busca de un patrimonio material y humanoide que le da carta blanca para dominar mentes y mundo. Eso sucede cuando los dioses “únicos” se representan con forma humana y cara autoritaria. Si yo pienso en Alá, que no pienso nunca en él ni falta que hace, mi gesto sería de pavor; si pienso en Jesuscristo, también me da grima ese gesto adusto y paternalista, lleno de dolor -por citar los más conocidos en el ambito doméstico de este lado del mundo-.
Por el contrario, el dios del Chocolate es rectangular y está dividido en cuadritos, y tan sólo con visualizarlo mentalmente se provoca una dulce sonrisa en el rostro.
¿Se nota la diferencia dogmática?
Llueve, sigue lloviendo a poquitos pero es suficiente para que se limpie la atmósfera, que estaba muy polucionada y los alérgicos lo notamos a la legua. Eso sí, en los cristales en vez de gotas de lluvia quedarán bolitas negras, pero no hay un choorrito de amoniaco disuelto en un par de litros de agua que no pueda con ellas.
El dios de la lluvia es un charco precioso sobre una roca. La última vez que lo vi fue en Espinho y le saqué una foto, sin embargo el amoniaco creo que no tiene dios, porque no hay dios que aguante su olor, pero limpia que da gloria bendita.
Ha parado de llover. Ojalá vuelva de madrugada y me despierte el ruido de las gotas, que no hay mejor placer que el tintineo la lluvia te desvele a las cinco de la mañana para volver a dormirte al cabo de unos minutos con el mismo sonsonete...